domingo, 13 de julio de 2008




Atardece en la playa de mi verano. Yo sigo el murmullo de voces bajitas, golpeando con enormes vaivenes en la orilla. Busco energía, provocando el acercamiento original. El principio de felicidad esta en esas manos blancas que me llaman a un cierto pasado. Regreso para repensar y retener. Pasos en la arena. Bocanadas de aire muy fresco. Nada era tan difícil entonces cuando la presencia fraternal jugaba en mi espacio. Ahora en cambio, mi pulso se detiene aun en estos días de tanta luz, donde el calor de cien grados no alcanza a cubrir mi corazón.

Yo deseo que vuelva aunque sea en sueños.

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